miércoles, 5 de julio de 2017

¿Qué es el coaching ontológico?


COACHING ONTOLÓGICO

¿Qué es el coaching ontológico?
           El coaching ontológico se define como el proceso donde en la práctica la persona desarrolla sus máximas capacidades con el apoyo de un entrenador y otros individuos, esto es a través de llevarse en equipo puesto que, en ocasiones por sí solo es incapaz de alcanzar (Rafael Echeverría 2013). La palabra anglosajona coach se traduce como entrenador y por ende, coaching significa entrenamiento. Es común usar esta palabra haciendo alusión a los deportes, así como cuando el director técnico de un equipo de fútbol lleva a sus jugadores a hacer el mejor papel. Ontología es la ciencia filosófica que trata sobre el estudio del ente o del ser, literalmente hablando: es la ciencia del entrenamiento en el ser. En la actualidad está de moda usar la palabra coaching casi para todo (capacitador, desarrollador, acompañante, líder, asesor, etc.), sin embargo, éste término en realidad se refiere al entrenador que se dedica al coaching ontológico, transformacional y empresarial. El coach no aconseja, no presiona, ni dice lo que el individuo tenga que hacer. Por el contrario, explora, hace preguntas, respeta los paradigmas de cada persona aunque los desafía sin invalidar ni censurar las ideas, todo con el fin de abrir la posibilidad a otras miradas, para que la persona tenga un acompañamiento en las acciones que decida tomar y alcanzar las metas que se persigan.
Utiliza en gran medida el lenguaje y su interpretación. El entrenador escucha lo que el alumno expresa, entonces, se parte de una interpretación. Un ejemplo, es la mayéutica usada por Sócrates, que por medio de una serie de preguntas el alumno interiorizaba y descubría su ignorancia; más adelante el maestro continuaba con la serie de preguntas (basándose en lo que el estudiante respondía) con la finalidad de dar a luz a una idea, demostrándole al pupilo su sabiduría interior.
Se enfoca en el lenguaje de la persona para indagar de acuerdo con lo que ésta proyecte, el coach cuestiona sobre sus inquietudes, problemáticas, conversaciones…
           Produce experiencias de aprendizajes para que surja el cambio transformacional. De acuerdo a Rafael Echeverría (2013) el ser se modifica, responde ante la vida de forma diferente; ante la crisis del ser humano y el dominio de la ética que el hombre aún no sabe resolver. Uno de los aspectos del ser humano es que sacrifica relaciones, aspectos importantes de su vida y lo que se pretende es desbloquearlo, destrabarlo, se trata de tener quiebres como: Caer en la cuenta, romper sus paradigmas. Pero también es necesaria la disposición del alumno, el entrenador lo apoyará si y solo sí la persona está dispuesta y qué tanto.
La diferencia entre un psicólogo en una sesión de terapia y un entrenamiento de coaching ontológico, consiste en que el psicólogo no confronta, el paciente le dice lo que él considere. El entrenador escarba, pregunta, confronta.
Se trabaja con sensaciones, con el cuerpo, con el fin de obtener evidencias de logros extraordinarios (Yessica Chavira 2012).
De acuerdo a Rafael Echevería, en el coaching existen dos principios básicos: “1. No sabemos cómo las cosas son, sólo sabemos como las interpretamos; 2. Los seres humanos no tenemos los mecanismos biológicos que nos permitan saber cómo son las cosas”. (Julio Olalla 2012)
Percibimos desde nuestro punto de vista y condicionamientos, la realidad la percibimos e interpretamos con nuestra mente, depende de la valoración de cada quien, en resumen no se puede observar sin el observador. Lo bueno y lo malo es una valoración de la persona ergo, es subjetivo.


Un poco de su historia
           De manera formal se establece hace 40 años, es una combinación de varias técnicas, como Programación Neurolingüística, Método Silva, Constelaciones, física cuántica, ciertas corrientes filosóficas, Gestalt, entre otros. Originalmente los entrenamientos se brindaban a miembros del ejército en la segunda guerra mundial por los rezagos emocionales. Más adelante se empezó a dar en grupos de élite como artistas famosos, mandatarios, hasta que por fin empezó a ser abierto a cualquiera que quisiera un proceso de transformación. Hoy en día se ha popularizado a tal grado que en todo el mundo se aplica este tipo de entrenamientos.
¿Por qué 100 días?
          Por lo general, el proceso consta de 100 días, integra tres niveles divididos en: 1. Curso – Taller Introductorio (Intro) duración: 5 días; 2. Experiencia Inter Personal (EIP)  duraión: 5 días; 3. Programa del logros extraordinarios (GAP) duración: 90 días.
Existen otros procesos, pero la mayoría el requisito es ser graduado de GAP, está el entrenamiento llamado Samuray, Awake, Vivir en Riesgo, Kayros, Sexualidad, Adolescentes, Tortugas, Caballos, Bio descodificación, Master, Tu cuerpo te habla, Amar en libertad, Diamantes, Abundancia, Coaching empresarial…
El proceso está diseñado en 100 días con el fin de reprogramar el cerebro y convertirse en hábito. Joe Dispenza (2012) apoya y demuestra que a lo largo de la práctica durante ese tiempo mientras se trabaja es posible lograr la transformación del individuo. Sostiene que se puede programar y reprogramar el cerebro humano con la repetición continua de determinado acto, como por ejemplo: Si se es zurdo y se practica escribir con la mano derecha, eventualmente se podrá ser diestro o ambidiestro. El organismo se acostumbra a realizar ciertas acciones por medio de la repetición.

¿Qué es el ser?
          Raúl Gutiérrez Sáenz (1992) describe que tenemos un  núcleo de identidad personal es el ser substancial. Por substancia en términos filosóficos es el ser que existe en sí mismo. El ser accidental es todo aquello que existe en la periferia y puede ir cambiando con el tiempo, el círculo central es la substancia que es donde son adheridos los accidentes. Nuestro núcleo es lo que se mantiene a través del tiempo, lo que nos identifica y permanece igual a pesar de todos los cambios. En general ponemos resistencia al cambio, en las personas se denota el ser accidental cuando se arraiga o se estanca en ciertas características accidentales mas no en el núcleo de identidad personal; éste (el núcleo de identidad) está abierto al cambio porque es la base de toda transformación. Es así como la persona arraigada en sus accidentes no encuentra fácilmente ni de manera natural ejercer el cambio. ¿Cómo se logra esa transformación? ¿Qué nos lo impide?
El ego y el yo
           Estamos dotados de dos tipos de yo: El yo profundo (denominado el ser) y el yo superficial (conocido como el ego o yo empírico). El ego se reconoce de inmediato en las personas, en términos coloquiales es el narcisismo, el egoísmo, la posesión… Un ejemplo claro, es cuando un individuo en particular tiene la actitud de machismo y posesivo. Presume que a su esposa la mantiene porque gana dinero suficiente y ella no necesita trabajar, por ende, no la ayuda en las sabores de la casa, quiere que todo el tiempo esté encerrada con los hijos, se vanagloria de que nunca en su vida cambió un pañal, la trata como si él le estuviera haciendo el favor de estar casado con ella y no escucha otras opiniones sobre cómo debe llevar una buena relación en su matrimonio.
En cambio, el yo profundo, es desinteresado, se le reconoce en la forma de ejercer el amor. Gutiérrez Saenz (1992) afirma que el amor de benevolencia es desinteresado (ejercido por el yo profundo) mientras que el amor de concuspiscencia es interesado (ejercido por el ego). Algunos psicólogos en sus casos clínicos detectan las características de la persona en su grado de desconeción en cambio, el yo profundo integra al sujeto. Ahondando en el yo profundo la persona mantiene un equilibrio interno debido a su estabilidad, capacita al individuo para resistir con mayor facilidad las crisis y los cambios de la vida. Esta en continuo cambio y por ende da miedo, a veces paraliza. Ergo, mientras más se entrene al ser del humano, mayor será su desarrollo y crecimiento personal y su actitud ante las diversas situaciones que se le presenten, será mas llevadero.    
Como todo es generado en formas de ser, se presume una verdad ontológica en cuanto a que una persona es auténtica cuando existe la adecuación entre la apariencia y la esencia. Volviendo al ejemplo anterior, si el individuo ante los demás se muestra arrogante, posesivo, fuerte, etc. Pero en el fondo de su sentir es probable que tenga miedo, guarda un inmenso dolor por cuestiones de su infancia, cuida de su familia y sus seres queridos, es leal y amoroso con su cónyuge y sus hijos en la intimidad de su hogar… Ergo, no hay coherencia. Se tendría que mostrar tal cual es. Esa sería una verdad ontológica aunque en este caso no lo es.  
¿A quién está dirigido?
           El proceso de transformación de coaching ontológico es abierto para todos, pero no siempre es para todos; en el caso de personas  diagnosticadas con esquizofrenia, paranoia, bipolaridad, personalidad limítrofe, entre otros. Algunas actividades se trabajan con dramatizaciones o visualizaciones donde probablemente la persona confunda la realidad de lo que no lo es y el peligro es que se quede en el psicodrama y no sea posible sacarla. Cuando algún paciente requiere de control psiquiátrico y controlan al paciente con medicinas que les provoca somnolencia, estén dispersos y con bajo ánimo, tal vez resulte contraproducente, se requiere que el alumno esté en completa actividad, que sea participativo y que esté concentrado en las dinámicas. Otro tema es que no siempre la persona está dispuesta al trabajo interno o al crecimiento de sí. Puede mostrar resistencia a la interiorización, seguir alimentando su ego, hacerse responsable por su circunstancia actual, sus relaciones con los demás, su relación consigo mismo, la retroalimentación por parte del entrenador. La persona no siempre está dispuesta a enfrentarse consigo misma, a veces por sus prejuicios, por sus paradigmas, por sus sentimientos, por su historia personal, por miedo o porque simplemente no quiere. En estos casos no es posible apoyar al alumno. Como el coaching no obliga a nadie y cuando no se está dispuesto a trabajar, es imposible avanzar. A diferencia del psicoanálisis, el paciente va a su ritmo y él decide qué mencionarle al psicoanalista, cuando ir y cuando no. El psicólogo no confronta por los resultados generados en la vida y en muchos casos hasta quita la responsabilidad.
¿Ser para tener o tener para ser?         
           Culturalmente, es común que a los individuos se les enseña que primero hay que tener, para hacer y después ser. Cuando la fórmula es exactamente a la inversa: primero se requiere ser, para hacer, y por último tener (Stephen Covey 2012). Esto psicológicamente es una programación mental para que el sujeto tenga claridad de lo que quiere tener como, un buen trabajo, una pareja, reconstruir su relación fragmentada con sus hermanos, etcétera., al momento de estar claro de sus objetivos, de alguna forma el individuo empieza a idear métodos para llegar a ese punto aunque no se sepa qué tipo de mecanismos usar. Todo esto es en formas de ser, por ejemplo: si se quiere tener la relación de sus sueños con su pareja, requiere sentir cómo la quiere: una relación de amor, de comunicación, de reconocimiento, de confianza y apasionada entonces,  el sujeto recurre a ser amoroso, comunicativo, confiable, apasionado y detallista. Por consiguiente, el sujeto empezará a idear maneras para cumplir esos compromisos, como pasar tiempo de calidad con su pareja, hacerle de comer cuando su pareja llegue cansada, escucharla atenta y amorosamente... pensar en que todos los días, dependiendo de la importancia que le de a su relación construye algo.  El coaching es orientado hacia el logro de resultados extraordinarios con afectividad y bienestar. En lo que se concentra es en la persona mas no en los resultados, es importante no perder de vista que el ser humano es el fin y no el medio. Es frecuente que las personas se enfocan únicamente en los objetivos. Aristóteles tiene presente dicho postulado, se vicia el acto y por ende, pierde valor. El fin no justifica los medios. La persona modifica su ser para hacer y luego tener, por ende, se requiere cierto comportamiento para el logro de sus metas.  
También el aprendizaje es clave para la efectividad: aprender para hacer. Se aprende para diseñar la propia vida, el ser humano crea su propio destino y al hacerlo deja de culpar a otros por lo que deja de hacer o lo que haga mal, en resumen: nos creamos y nos recreamos a nosotros mismos.
“Si tu mente está llena de conocimiento, estás siempre preparado para nada. Si está abierta, como la de los principiantes, estás disponible para todo. En la mente de los principiantes están las mayores posibilidades; en la mente de los expertos hay pocas.”
(S. Suzuki, 2002)
¿Víctima o responsable?
           Es muy cómodo vivir siendo víctima porque nunca se es parte del problema, pero tampoco se forma parte de la solución. No se asume la responsabilidad y el ser humano se vuelve espectador e “inocente”, por lo tanto, se transmite el poder personal a los demás. Si el señor X manejando por la avenida Y, monta en cólera debido a un taxi que se le mete enfrente de donde él va transitando, entonces el señor X se baja del carro para pelearse con el chofer. Dicho acto es totalmente irresponsable partiendo de que le entrega su poder personal para permitirse el sentimiento del enojo y además armar un verdadero relajo en la vía pública. Aquí sucede lo siguiente: el señor X se deslinda del autocontrol y además interpreta que el chofer del taxi le está faltando al respeto, cuando no tiene nada que ver una cosa con la otra.
Sartre, argumenta que el hombre es responsable de todos los hombres y que no hay naturaleza humana porque no hay un Dios que la defina. En resumen cada quien es quien elija ser, no se trata de descubrirse a sí mismo, si no construirse y reconstruirse de acuerdo a cómo se decida ser. El asunto está que no todos obran de buena fe, el hombre al sentirse responsable de todos los demás le ocasiona miedo. Luego entonces, se genera la actitud de “desentenderse” de sí mismo y de los demás. Por eso la corrupción, las guerras, los homicidios, etc. Esto es lo que se conoce para Sartre como es obrar de mala fe.
¿Qué es un Juicio?
         El coaching revisa los juicios, concluye que son subjetivos: el taxista se me cruzó (observación) el juicio es que lo hizo a propósito. El concepto se confunde y se generan discusiones en torno al hecho. Para la supuesta víctima, los demás tienen que cambiar. Para el responsable, él es quien requiere cambiar su percepción ante el mundo, sus juicios y también sus reacciones serán distintas. El confundir hechos con opiniones 
Los juicios no son buenos ni malos, al igual que los hechos, son neutros.
Al final todo es elección
          Uno de los postulados de Pascal es que el hombre es ángel demonio a la vez, pero cada quien elige hacia dónde se inclina. Esto es enteramente cierto, hasta el ser humano más vil sobre el planeta tiene en su interior un rezago de bondad y viceversa. Un dato concreto es que Gandhi, un ícono respetable de la paz golpeaba a su mujer (tal vez por cuestión cultural) la cual murió enferma. Hubiera podido ser salvada con una inyección penicilina, su esposo se negó a hacerlo y ella sucumbió ante la enfermedad. En este caso Gandhi fue ángel para muchos, pero en su vida privada optó por seguir el sistema patriarcal que llevó al maltrato y la muerte de su esposa. Otro caso es que algunos narcos son queridos en su lugar de origen por que ayudan a su comunidad haciendo la diferencia en muchas vidas, a pesar de der delincuentes. No se trata de que el ser humano sea un misterio por su complejidad, simplemente constamos de ambas partes aunque sean ambivalentes, es irresponsable argumentar frases vacías como: “así me hizo la vida”, “Así me hizo Dios”, “No puedo ser de otra forma”… Uno de los exponentes que demuestran la identidad personal y la voluntad de decidir sobre sí mismo es Ortega y Gasset en su frase: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Quiere decir que cuando el ser humano nace, se forma y crece en su contexto cultural, social, geográfico e histórico pero aún así decide quien elige ser.   
En general, el coaching ontológico opera precisamente desde el ser responsable, no culpable, pues desde la culpabilidad no hay posibilidad de accionar más que sumirse en la victimes. No obstante, desde la responsabilidad hay manera de construir algo: reparar el daño que se ha hecho, enmendar errores, sanar alguna relación, pagar alguna deuda o aclarar malos entendidos. Es mucho más fácil culpar de nuestra situación a terceras personas, a un ser supremo, a la suerte, o al destino en lugar de hacerse cargo, es entonces cuando el individuo prefiere ser irresponsable. Aristóteles comenta que los hombres serán virtuosos con la práctica de la virtud. La elección de la responsabilidad se entrena como se practica un deporte. Así como una persona que quiera ser segura, fuerte, valiente, amorosa, generosa, veraz, o la virtud que se pretenda, se practica la seguridad, la fortaleza, la valentía, el amor, la generosidad, la verdad, etc., el equivalente a entrenar para un deporte determinado o aprender a tocar un instrumento. Las primeras veces probablemente se sentirá torpeza, sin embargo, a la larga el individuo se volverá experto.
Para concluir…
Siempre se pueden diseñar acciones de modo diferente. No se pueden obtener distintos resultados haciendo lo mismo, las herramientas que brindan el coaching es que ya no se puede pretender no saber. De ahora en adelante, habrá que preguntarse lo siguiente: ¿Qué se puede hacer de modo diferente?, ¿Qué otras alternativas de acción se pueden tomar?, ¿Cuáles son los compromisos personales se van a aplicar?, ¿Qué es lo más que se puede aprender?, ¿Cuáles son los recursos con que se cuentan?, ¿Siempre doy lo mejor de mi? 



Referencias
http://www.palermo.edu/dyc/opendc/opendc2011_1/017.pdf
Gutiérrez Sáenz, Raúl, Introducción a la antropología filosófica, Esfinge,